"Recuerden, somos Hermès. Hacemos las cosas despacio, pero de forma segura."
Axel Dumas, CEO de Hermès
A lo largo de sus casi 200 años de historia, Hermès ha pasado de ser una empresa principalmente nacional a exportar el 91% de sus artículos de lujo, y ver alguno de sus bolsos, bufandas o zapatos es ahora más común en Japón que en la propia Francia. Esta apuesta por la expansión internacional contrasta notablemente con la estrategia de concentrar en torno al 80% de los procesos productivos en Francia para garantizar la durabilidad de su modelo artesanal y diferenciarse de otras marcas de lujo. El modelo de negocio de Hermes es especial, pero su esencia y su atención al detalle son lo que la hace única.
El logo del carruaje tirado por un caballo (inspirado en el retratista francés Pierre-Alfred Dedreux) refleja muy bien las raíces de una de las marcas más icónicas de la actualidad. Fundada en 1837 por Thierry Hermès, la actividad principal del que fue un pequeño negocio familiar era la talabartería, proveyendo al por mayor de sillas de montar y otros equipos de cuero. Thierry Hermès se fue haciendo famoso por la calidad de los acabados de sus productos artesanales y empezó a llamar la atención de algunos nobles europeos. Aprovechando el renombre de la firma en aquella época, Hermès fue ampliando su cartera de accesorios y productos equinos a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, ya bajo el control de Charles-Émile Hermès (el hijo de Thierry). El prestigio de la firma era tal que incluso se rumoreaba que algunas coronaciones europeas podían posponerse hasta que Hermès acabase los diseños de los carruajes que se le encargaban para estas celebraciones.
Hoy en día Hermès es una de las marcas de lujo más rentables del mundo, con un margen operativo superior al 40%, pero no ha sido fácil construir el legado tras 6 generaciones. El secreto de su éxito se debe en buena parte a que las decisiones estratégicas las toma exclusivamente la familia Hermès, que posee el 66,59% de las acciones totales (el segundo accionista más importante posee tan solo el 1,5%), y se toman siempre pensando a largo plazo y en fortalecer la resiliencia de la firma. La primera gran crisis en la que se dio buena muestra de ello fue a comienzos del siglo XX. El auge del automóvil y la obsolescencia del carruaje tirado por caballos pusieron en peligro el legado de Hermès. Émile-Maurice, el nieto del fundador, supo ver una oportunidad en medio de la incertidumbre y apostó por ampliar la cartera de productos al campo de la moda y el deporte y centrarse en la venta minorista. En 1918, Hermès presentó su primera chaqueta de golf hecha de cuero para el entonces Príncipe de Gales. En 1922, la firma presentó sus primeros bolsos y en 1925 sus primeras bolsas de viaje. Las corbatas de seda y los perfumes Eau d'Hermès no llegarían hasta 1937 y 1949, respectivamente, pero en apenas 30 años, la firma francesa había salido más fuerte de su primera gran crisis.