Algunos negocios europeos resilientes que me gustan, parte 1: TFF Group (TFF)
“Sabemos combinar paciencia y acción. Es por ello que el tiempo no solo es nuestro aliado; el tiempo está de nuestra parte”.
Jérôme François, CEO de TFF Group
Hoy me gustaría tocar un tema que me interesa particularmente, y creo que Tonnellerie François Frères (TFF Group) es el negocio ideal para abordarlo desde un punto de vista práctico. TFF posee 27 negocios que se dedican principalmente a la producción de barriles para la maduración del vino, whisky escocés y bourbon. Si te gustan los cuasi monopolios en nichos de mercado, con fuertes barreras de entrada, costes de cambio, poder de fijación de precios y gestionados por generaciones posteriores de la familia fundadora, creo que TFF puede resultarte de interés.
Para que esta publicación no se extienda demasiado, he pensado en dividirla en una serie de publicaciones que aborden la misma temática, pero centradas en diferentes negocios centenarios (o camino de serlo) porque, al menos a mí, me da la sensación de que acaparan poca atención para lo llamativo de sus historias y la resiliencia de sus modelos de negocio. Algunas de estas empresas serán: Corticeira Amorim, Jungfraubahn, Bakkafrost y otras que iré añadiendo con el tiempo. Esta podría haber sido perfectamente la cuarta parte de la serie, pues Vidrala, Robertet o Hermès encajan perfectamente con lo que intento transmitir. Los suscriptores del blog pueden leer mi opinión sobre todas estas empresas aquí: link al análisis de Vidrala, link al análisis de Robertet, link al análisis de Hermès.
El capitalismo, tal como lo conocemos, actúa como una especie de fuerza gravitatoria que desafía a todo negocio que genera altos retornos sobre el capital invertido durante un periodo prolongado de tiempo. La teoría dice que tarde o temprano algún disruptor se sentirá atraído cual tiburón por la sangre, lo que irremediablemente hará que los retornos sobre el capital invertido se reduzcan lo suficiente como para poner en peligro la supervivencia del negocio que antes era líder.
En un mundo donde la vida media de una empresa es inferior a 20 años, hay un país que desafía a las estadísticas. En Japón existen más de 33.000 empresas con más de un siglo de antigüedad (más del 40% de las empresas centenarias de todo el mundo se encuentran allí). Cerca de 140 llevan existiendo más de 500 años y se sabe que al menos 19 han sobrevivido durante más de mil años. Mientras la gran mayoría de empresas se han quedado por el camino, aquellas que han conseguido sobrevivir a crisis, guerras u otros “cisnes negros” han salido más fuertes y con mayores probabilidades de supervivencia futura. ¿Pero qué características reúnen estas empresas antifrágiles?
Por supuesto, los negocios que han perdurado décadas poseen ventajas competitivas para defenderse de los disruptores y sobrellevar eventos dramáticos e impredecibles. Pero ¿tiene el hotel Nishiyama Onsen Keiunkan, con más de 2.000 años de antigüedad, unas ventajas competitivas más fuertes que el buscador de Google, con un 93% de cuota de mercado? ¿O que el dominio .com, que es propiedad exclusiva de Verisign? ¿O la red de distribución de Amazon? El hotel no tiene wifi y, si bien el paraje es precioso, no es nada que el turista no pueda encontrar en decenas de miles de hoteles de todo el mundo con situaciones geográficas privilegiadas. El secreto detrás de este éxito poco tiene que ver con patentes, efectos red o costes de cambio. Es cierto que muchas empresas centenarias venden productos o proporcionan servicios de importancia cultural que les permiten cuidar la relación con la comunidad y apoyarse en la tradición para evitar el fracaso empresarial, pero frecuentemente olvidamos que detrás de las empresas están las personas que guían sus destinos. Las 52 generaciones que han regentado el Nishiyama Onsen Keiunkan durante más de dos milenios son las principales protagonistas de esta hazaña empresarial.
La mayor parte de estas empresas antifrágiles están gestionadas por familias que no tienen miopía empresarial y piensan mucho más allá de un par de años vista. Muchas, como TFF, cuya fundación se remonta a 1910, no captan la atención de Wall Street porque no están obsesionadas con crecer solo por crecer o con ser más rentables año a año para maximizar los beneficios por acción. Más bien están centradas en defender y reforzar un legado para que pueda perdurar décadas, sino siglos. La prioridad de Jérôme François, CEO y cuarta generación de la familia fundadora de TFF, es completamente diferente a la del equipo gestor de la empresa americana media que cuenta con un grotesco paquete de opciones para ejercer cuando la acción alcance un precio determinado. Los intereses son diferentes y, por ende, los horizontes temporales también. El propietario tiene la responsabilidad de pasar la empresa a la siguiente generación para que el negocio familiar siga su curso. Descuidarlo o poner en jaque su supervivencia no es una opción cuando hay una responsabilidad y un orgullo familiar de por medio.